No corren buenos tiempos para el pensamiento valiente que de forma elaborada aborda la complejidad de nuestro tiempo con un pensamiento profundo y complejo. Más difícil es encontrar a uno de estos pensadores que sea capaz de acercarnos esta valentía de forma cercana y comprensible: este es Carlos Taibo. Lo pudimos disfrutar este miércoles 7 de Junio en Villena. Fue un acto promovido por el compañero Juan Diego Alcaráz, con la organización de Salvatierra y la ayuda del Círculo Agrícola Mercantil Villenense.
Para empezar, la convocatoria llenó el local del Casino Villenense con unas setenta personas. La mayoría venían sabiendo del recorrido intelectual y militante de este profesor jubilidado de la Universidad Complutense de Madrid. La militancia de Taibo no es de esas de «carnet», su militancia es la de un libre pensador que nos invita a reconocer en la aproximación libertaria una plataforma para el pensamiento honesto, fundado y comprometidamente transformador. Taibo se ha caracterizado en la «academia» por ser un especialista en la U.R.S.S., pero sus enfoques más comprometidos están infundidos por esa vertiente de la ilustración más cercana a la vida concreta que recoge la vía libertaria.

En esta ocasión, Carlos Taibo nos habló del «decrecimiento y colapso» como escenario resultante y consecuencia de nuestro sistema económico, la mentalidad que lo alimenta y sus contradicciones en relación a los límites de la lógica de la vida en el planeta (y nuestra interioridad). Fueron cincuenta minutos de charla y más de una hora de debate posterior, en donde Taibo mostró su esperanza en que las formas de resistencia de la gente cotidiana a la mentalidad y estructura productivista, evolucienen en formas que den «sentido» al decrecimiento en el que estamos inmersas (en el femenino inclusivo que reivindica) y prefiguren un nuevo orden social tras el colapso. Un nuevo orden que ponga la vida en el centro, se nutra de la lógica de los cuidados, fortalezca una recuperación de los lazos y la mutualidad comunitaria y alumbre nuevos sentidos existenciales. De lo contrario, esos nuevos órdenes podrían arrojarnos a nuevas formas de ecofascismo. El ambiente de la sala al acabar, cálido, cercano y dialogante, fue el reflejo de un «encuentro» cargado de sentidos y propuestas.